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La comarca del Bajo/Baix Cinca, cuenta una extensión total de 1.419,60 km2, en la que se encuentran 11 municipios: Ballobar, Belver de Cinca, Candasnos, Chalamera, Fraga, Mequinenza, Ontiñena, Osso de Cinca, Torrente de Cinca, Velilla de Cinca y Zaidín.

La Comarca como delimitación administrativa se aprobó por la Ley 20/2002, publicada en el BOA de 7 de octubre de 2002. Los 11 municipios que la integran son de la provincia de Huesca, a excepción de Mequinenza que pertenece a Zaragoza.

El Bajo/Baix Cinca se asienta en la vega final del río Cinca, en el centro de la depresión del Ebro Medio, a caballo entre las provincias de Zaragoza, Huesca y Lleida. El río Cinca es el eje que la divide asimétricamente y que aglutina a casi todos los nucleos, exceptuando Candasnos.

Su relieve ha sido fruto de miles de años de trabajo del río Cinca que, con el devenir de los años, fue excavando su cauce formando amplias y desiguales terrazas a ambas orillas de su cauce, que históricamente han sido convertidas en fértiles huertas.

La climatología se caracteriza por ser continental y con escasez de lluvias, hecho que condiciona la vegetación del Bajo/Baix Cinca, la cuál es xerófila formada por plantas aromáticas, medicinales y espinosas siendo las formaciones naturales arbóreas más importantes los pinos carrascos y los bosques de ribera.

Los meses más cálidos son julio y agosto, donde la temperatura puede alcanzar los 35º C o en ocasiones hasta 40º C. En cambio en los frios meses de diciembre y enero las temperaturas rondan los 0º C o -6º C. La comarca recibe el viento frio y seco del cierzo que desciende a lo largo del valle del Ebro.

En el Bajo/Baix Cinca se dan la mano un rico pasado y un futuro prometedor, y su gente trata de que el desarrollo de sus pueblos, gracias a la agricultura, el turismo y la industria, crezca a la par que la protección de un medio ambiente privilegiado, un patrimonio histórico y monumental de primer orden y unos valores culturales que han estado marcados durante siglos por la presencia del río Cinca.


Desde mucho antes de que sus fértiles proximidades se instalaran, hace varios siglos, un culto de origen romano hiciera construir allí Villa Fortunatus con el más refinado criterio, hasta hoy día, en que todos sin excepción podemos disfrutar de un entorno especial y de unas aguas propicias para casi todo, han sido muchas las culturas que han dejado su huella y su riqueza a lo largo del Cinca. La comarca atesora numerosos vestigios de pueblos íberos, iberorromanos, romanos, visigodos, árabes, judíos,... y protege con tesón su arte románico, gótico y mudéjar en las muchas iglesias y ermitas repartidas por su territorio.

El paisaje constituye otro tipo de patrimonio que también los pueblos ribereños están empeñados en conservar. El impresionante contraste entre las riberas de los ríos, repletas de verdor y la tierra árida de los Monegros, nos da idea de la diversidad de ecosistemas que se dan en la comarca. Aquí encontramos desde la fauna y las características típicas de las estepas, hasta la enorme riqueza ornitológica que se da a orillas del río, sin olvidar la fauna acuática propia, cuya fama alcanza a todos los pescadores europeos.